“El código no es complejo de hacer, lo que se necesita es que toda la magistratura tenga en claro para qué sirve un código de ética judicial”. Con esa frase cerró el jueves el conversatorio sobre “Independencia y Ética Judicial”, el Dr. Armando S. Andruet, doctor en Derecho y autor del Código de Ética de la Provincia de Córdoba y actual presidente del Tribunal de Ética Judicial de esa provincia.
La jornada, que fue organizada por la Comisión de Ética Judicial de la Asociación de la Magistratura y la Función Judicial de la Provincia de Entre Ríos, contó con la participación de 50 personas inscriptas y se desarrolló a través de la plataforma Zoom.
Pese a la virtualidad, el encuentro permitió, durante tres horas, una minuciosa exposición de parte del Dr. Andruet y un nutrido intercambio de reflexiones y preguntas de parte del auditorio.
La jornada comenzó a las 18.30 con las palabras de bienvenida por parte de la presidenta de la Asociación, Dra. Gabriela López Arango, quien valoró el trabajo permanente que viene desarrollando la Comisión de Ética Judicial, desde hace más de dos años. “Estos encuentros y jornadas de capacitación nos permiten ir profundizando estas temáticas que hoy nos convoca y que nos permitirán conocer cuáles son los pasos que debemos seguir”, destacó.
Por su parte, el Dr. Hugo González Elías, presentó y coordinó la jornada en reemplazo de la Dra. Marcela Davité, quien se encontraba en una audiencia del Consejo de la Magistratura. “Estamos en un proceso en el que queremos desembocar, no sé si en la redacción de un código, pero sí en algo que institucionalice, le dé relevancia y nos dé organicidad”, dijo, al tiempo que agradeció al expositor.
Tras la presentación, Andruet comentó sobre su experiencia no sólo en la redacción del Código de Ética Judicial o como integrante del Tribunal de Ética en la provincia de Córdoba, sino también en todo su paso por el Poder Judicial, que, en muchas ocasiones, –confesó—“genera frustraciones y desgastes”.
El disertante instó a la Asociación y a la Comisión a continuar en el camino emprendido que es la de discutir, analizar, estudiar y evaluar la creación de un Código de Ética Judicial y propuso que se le agregue también el nombre de “Integridad”.
Para eso, dijo, es necesario que todas y todos los que integran la magistratura sepan y tengan en claro para qué les sirve un código de ética. “Este un camino de largo aliento y se los digo para reforzar ese aliento, porque hay que hacer un trabajo de mucho convencimiento”, indicó.
En su exposición, reconoció que el Poder Judicial, los y las magistradas tienen “una imagen devaluada” y un alto grado de descreimiento de la sociedad. Consideró que ese descreimiento no siempre está dado por sentencias o resoluciones que se toman, sino por “la imagen que han creado los medios” y que gran parte de la sociedad termina reclamándole soluciones al Poder Judicial que “son de otros poderes”.
Pese a ello, consideró que el rol de las y los jueces “es ayudar a que una sociedad se construya de una manera mejor. Obviamente el gran riesgo que hay dentro de todo esto, es que haya jueces que no entiendan el concepto del bien común y comiencen a pensar que ellos pueden ser la voz de la justicia y pueden hasta prescindir de los textos de la Constitución”.
“Los jueces cuando dictamos una resolución estamos buscando un efecto expansivo más allá de los involucrados”, por lo que consideró que como integrantes de un Poder deben trabajar para que la “ciudadanía recobre la confianza” en la justicia y eso se logra –dijo—“con formación técnica, mostrando el rostro, ejecutando la voz y asumiendo la rectitud”.
“Los jueces no somos personas sin rostro. El otro, al ver su par, genera empatía. El juez ocupa un lugar en la sociedad”, detalló.
En cuanto al segundo concepto, dijo que las y los magistrados deben recobrar “una palabra más valorizada, más calórica. Los jueces hemos devaluado nuestra voz y hoy esa voz tiene baja sonoridad en la sociedad. Tenemos que hacer un rejuvenecimiento de nuestra voz”.
“Asumiendo una rectitud. Cuando asumimos como jueces, que es una tarea buscada por nosotros, tenemos una serie de restricciones. Hemos elegido ser jueces y debemos saber que estamos restringidos”, sostuvo.
En ese sentido, afirmó: “Los jueces no tenemos un trabajo de juez, somos jueces, y eso es el concepto de centralidad, no trabajo de juez, sino soy juez todo el día, todo el tiempo, 24 por 7”.
INTERCAMBIO Y PREGUNTAS
La presidenta de la Asociación le consultó ¿si se soluciona el equilibrio de ese republicanismo judicial que debemos tener como marco teórico para el comportamiento de los jueces en las redes, en la vida pública, con un código de ética o principios rectores?
Andruet reconoció que hay una cultura de conectividad en la que las y los jueces no pueden quedar fuera. “No hay un instrumento que diga que los jueces no pueden estar en redes sociales”, aunque reconoció que “el republicanismo hace olvidar a los jueces que no pueden ser tan ciudadanos de la república como el resto de los ciudadanos”, en referencia a que los “ciudadanos no tienen las restricciones, en las redes sociales, que sí tenemos los jueces en cuanto a los derechos de la libertad de expresión”.
La Dra. María Andrea Morales, preguntó: “¿Cree usted que es conveniente que el Poder Judicial explique o informe a la sociedad cuando un reclamo social es indebido (por ejemplo, porque lo que se le reclama es una cuestión que atañe al Poder Ejecutivo)? Ejemplificó con los conflictos ambientales, donde las ejecuciones de sentencia demandan años y por lo general se achaca a la justicia la no solución del problema. ¿Cree usted que es conveniente que el juez, en esos casos, comunique y/o explique el sentido de sus resoluciones cuando se le requiere por un medio de comunicación?
El disertante respondió en forma afirmativa: “Sí, porque si no, no saldremos del círculo vicioso. Los jueces no podemos asumir comportamientos heroicos. Los jueces tenemos una responsabilidad cuando dictamos una sentencia. Cuando los jueces no hablamos, otros hablan por nosotros y el tema termina convirtiéndose en quien gana la calle.
El Dr. Juan Carlos Ponce, integrante de la Comisión de Ética, le consultó: ¿Considera importante que el marco ético judicial ayuda el marco estético en los procesos como por ejemplo el uso de la toga por parte de los jueces?
Andruet manifestó: “Interesante pregunta. No estoy seguro, no es que no quiera responder, sino que tengo muchos conflictos, donde he visto más la toga, es donde he visto el rol devaluado de los jueces. Pienso en algunos espacios, como en francés, que luce bien o en Estados Unidos. No luce bien en Perú. Creo que la estética judicial es importante, no la cosmética judicial. Entre la ética y la cosmética hay una diferencia binaria, la toga puede hacer a la estética, pero no a la ética. La toga genera la supuesta distancia o lejanía del juez. En nuestro país, la toga quedaría desentonada, porque no tenemos tradición, sería una intervención extravagante. Los países que tienen ascendencia francesa lo tienen naturalizado”.
La Dra. Mercedes Sobrero consultó: “Cree usted que la relación que hace la ciudadanía entre los jueces y la corrupción está dada mayormente por percibirlos como genuflexos?
La respuesta fue: “Si, creo que la genuflexión de los jueces frente al poder es como el momento más tibio, en el proceso de descrédito que la magistratura va generando. La genuflexión no siempre está generada por el poder del otro, sino por las ambiciones propias”.
Para cerrar, el disertante comprometió su colaboración con el trabajo que viene desarrollando la Comisión tanto la de Ética como la de Independencia judicial y los instó a continuar por ese camino.